martes, 14 de noviembre de 2006

Mi reflejo en el espejo

Frente al espejo por fin me encontré…llevaba bastante tiempo tratando de encontrarme y fue allí donde descubrí mi rostro mirándome. Mi reflejo llevaba ya tiempo perdido. Un día despareció sin más, eligió un día para dar un portazo y salir de mi vida.

….Caminaba por la acera y le vi. Sabía que era él, iba caminando delante de mí con su abrigo azul a cuadros, su mochila colgada del hombro izquierdo, como siempre, un gorro en la cabeza y una chica a su lado. Rubia, alta, no sé si era guapa o no, sólo sé que iban de la mano. Mira que el mundo es grande…pues me los tuve que encontrar. Me paré en seco, miré a todos lados, para que nadie viera la traición más que yo, me di media vuelta y me fui a casa. Llamé al trabajo, fingí ronquera, me metí en la cama y comencé a pensar. No recuerdo cuanto tiempo pasó, creo que fueron demasiadas horas en la cama, sin dormir, pensando, pensando, cuando oí las llaves en la puerta, su voz sonó en la habitación y sentí el peso de su cuerpo en la cama.
Me dio un beso en la mejilla que tenía destapada y comenzó el dolor. Me dolió su beso, su posterior caricia, su abrazo tímido sobre la colcha…mi piel parecía que se quemaba a cada leve roce de su piel y me dolía…Me dolió cuando me dijo: “nena, no te preocupes, que yo cuido de ti”. Cuando me tiró un beso desde la puerta y me dijo que me quería.
Entonces mi cuerpo actuó solo, no soportó tanto dolor, se levantó de la cama, se vistió y se marchó, dejando mi alma entre esas cuatro paredes…


Hoy por fin me he vuelto a ver. Ha sido de casualidad, cuando me he levantado para ir a trabajar me he duchado como siempre, sin mirarme al espejo, y he oído como la puerta se cerraba. A salir he leído la nota pegada al espejo: No puedo más, soy un cobarde, me voy, tengo que irme. Entonces ha sido cuando me he vuelto a ver, mis ojos llorosos, mi boca entreabierta, mi nariz, mis orejas, mi pelo, mis manos…Y no me dolía nada, no me dolían esas palabras escritas, ni el olor de su perfume aún flotando en el ambiente, ni el rumor de sus palabras en mi cerebro. Se había ido y yo había vuelto.

Cobarde no fue él, sino yo, que no fui capaz de salir tras mi cuerpo cuando este me abandonó.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Que te voy a poner si no... pero es que viene muy a cuento ;)

UN MUERTO ENCIERRAS

Como tantas madrugadas encerrados en un coche, en una calle sin luz, una calle sin nombre, los dos frente a frente se miran despacio, tras dedicarse al amor y su trabajo. Secan su sudor, secan su sudor, tal como han aprendido, no han olvidado. Él piensa "ya nada es lo de antes, la vida debe estar en otra parte", donde no la divisa porque ella le ciega con cárceles de oro, con amor sin tregua. Ya nunca volverán, ya nunca volverán, ya nunca volverán a hacer nada por vez primera. Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta. Llévame donde no estés, un muerto encierras. Él le regala unas manos llenas de mentiras, ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia. Ayer eclipse de sol eran sus pupilas, hoy son lagunas negras donde el mal se hacina. Qué pena me da, qué pena me da, qué pena me da, todo se termina. Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos, pasa un ángel volando y se encuentra con otro. Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan. Qué pena me da, qué pena me da, qué pena me da, todo se acaba. Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta. Llévame donde no estés, un muerto encierras. Él decide por fin vomitar las ideas, ella lo sabe y tranquilamente lo espera. Sin calma planea su fuga este preso, ella no lo mira, no aguanta su aliento. Ya llegó el final, y van a encontrar en su corazón arena de desierto. Perdida la calma, se pone muy serio, cunde el pánico y le invade un horrible miedo. Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero. No te vayas nunca, no te vayas lejos". Y ella echa a temblar, ella echa a temblar, ella echa a temblar: "Yo también te quiero". Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta. Llévame donde no estés, un muerto encierras...

Ismael Serrano. Atrapados en azul.

No sé... para mi la canción más triste del mundo... pero aun así sigo escuchándola, la encuentro siempre relación con tantas cosas tristes del devenir amoroso... pena y miedo... siempre lloró al oirla e incluso ahora tengo un nudo en la garganta... y... me la voy a poner...