miércoles, 13 de diciembre de 2006

...en un bosque...

Estoy en un bosque, sola, perdida, y el sol se va poniendo lentamente, acariciando con sus últimos rayos de luz las hojas de los árboles que me rodean…Pero no tengo miedo porque sé que la oscuridad es mi amiga, mi aliada fiel, una compañera que me protege de cualquier mal. Por eso oigo los ruidos sin sentir miedo, escucho pasos que se acercan y no trato de huir, noto como alguien roza mi pelo y no quiero escapar. Me dejo llevar, dejo que sigan acariciando mi pelo, a oscuras, en medio de un bosque, sin saber qué o quién está detrás de esa caricia, de eso leve roce que consigue hacerme sentir única. Tampoco quiero saberlo, me contento con sentirme dentro de la naturaleza, de respirar, ver, sentir, tocar la oscuridad más profunda, de dejarme abrazar por ella, sin miedo…
Y sin miedo me vuelvo y apenas unos rayos de luz de luna me dejan verte, pero te siento, sé que eres tú, que me has encontrado en mi refugio, que quieres compartir ese momento tan íntimo y especial conmigo, y yo te lo permito, quiero hacer de este lugar, de esta oscuridad, un refugio seguro para amarte una última noche antes de que el sol vuelva a inundarlo todo.


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lunes, 27 de noviembre de 2006

Colores


A veces fría a veces cálida, a veces oscilando entre uno y otro estado de ánimo...
Pocas veces me siento en blanco algunas más en negro, casi nunca pienso en gris...
Sigo buscando mi sitio, a través de mis colores, a través de mis sentidos, a través de mis emociones...


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Una noche

Gritos en la noche, miradas enrojecidas. Tu boca y la mía perdidas en un bar. ¿Me quieres? Te pregunté. Sólo me miraste. ¿Me quieres? Volví a preguntarte. Una vez más sólo me miraste. ¿Es que no me quieres? Cambié la pregunta. Tú mantuviste tu respuesta. Cerré los ojos y tú me abrazaste. Susurrando me dijiste: no te quiero pequeña, eres mi ángel.


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jueves, 16 de noviembre de 2006

No sé si sé quien soy….

No sé si sé quien soy….
Aunque a veces crea tenerlo claro,
cuando sonrío o cuando lloro
me perfilo y me percibo,
pero siempre vuelvo a lo mismo.
A no saber ni tener claro
el por qué de mis risas y mis llantos,
cómo me configura todo eso,
si me hace diferente,
si me hace especial.

No sé si sé quien soy…
Porque a veces todo se vuelve negro
y otras veces es blanco
pero nunca es gris.
Y de un extremo al otro mi alma baila
preguntándose quién es y que hace.

No sé si sé quien soy….
Ni siquiera cuando amo,
cuando entrego al otro lo más profundo de mí misma.
Porque no estoy segura de lo que reciben,
si es mío de verdad o es prestado.

No sé si sé quien soy…
Seguiré buscándome por las noches
mientras duermo por el día.


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martes, 14 de noviembre de 2006

Mi reflejo en el espejo

Frente al espejo por fin me encontré…llevaba bastante tiempo tratando de encontrarme y fue allí donde descubrí mi rostro mirándome. Mi reflejo llevaba ya tiempo perdido. Un día despareció sin más, eligió un día para dar un portazo y salir de mi vida.

….Caminaba por la acera y le vi. Sabía que era él, iba caminando delante de mí con su abrigo azul a cuadros, su mochila colgada del hombro izquierdo, como siempre, un gorro en la cabeza y una chica a su lado. Rubia, alta, no sé si era guapa o no, sólo sé que iban de la mano. Mira que el mundo es grande…pues me los tuve que encontrar. Me paré en seco, miré a todos lados, para que nadie viera la traición más que yo, me di media vuelta y me fui a casa. Llamé al trabajo, fingí ronquera, me metí en la cama y comencé a pensar. No recuerdo cuanto tiempo pasó, creo que fueron demasiadas horas en la cama, sin dormir, pensando, pensando, cuando oí las llaves en la puerta, su voz sonó en la habitación y sentí el peso de su cuerpo en la cama.
Me dio un beso en la mejilla que tenía destapada y comenzó el dolor. Me dolió su beso, su posterior caricia, su abrazo tímido sobre la colcha…mi piel parecía que se quemaba a cada leve roce de su piel y me dolía…Me dolió cuando me dijo: “nena, no te preocupes, que yo cuido de ti”. Cuando me tiró un beso desde la puerta y me dijo que me quería.
Entonces mi cuerpo actuó solo, no soportó tanto dolor, se levantó de la cama, se vistió y se marchó, dejando mi alma entre esas cuatro paredes…


Hoy por fin me he vuelto a ver. Ha sido de casualidad, cuando me he levantado para ir a trabajar me he duchado como siempre, sin mirarme al espejo, y he oído como la puerta se cerraba. A salir he leído la nota pegada al espejo: No puedo más, soy un cobarde, me voy, tengo que irme. Entonces ha sido cuando me he vuelto a ver, mis ojos llorosos, mi boca entreabierta, mi nariz, mis orejas, mi pelo, mis manos…Y no me dolía nada, no me dolían esas palabras escritas, ni el olor de su perfume aún flotando en el ambiente, ni el rumor de sus palabras en mi cerebro. Se había ido y yo había vuelto.

Cobarde no fue él, sino yo, que no fui capaz de salir tras mi cuerpo cuando este me abandonó.


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domingo, 12 de noviembre de 2006

...y pasa lo que pasa....

No siempre actuamos como nos gustaría y a veces las cosas se nos van de las manos. No me considero una persona que se enfade (de verdad) muy a menudo, soy más bien de típicos enfados pasajeros que se van tal y como llegan, casi sin que me de cuenta. Pero cuando grito, vacilo, voceo, “bordeo”, chuleo…es porque algo dentro de mí ha dicho… ¡bah! paso de controlar más, vamos a ver que pasa…y claro, pasa lo que pasa, que me reconozco, pero no me gusta lo que oigo, pero aún así la fiera que llevo dentro se encuentra a sus anchas y claro, a ver quien consigue calmarla y callarla y meterla de nuevo en su redil…
Llevo cerca de dos horas en la cama, dando vueltas, y también dándole vueltas (este sí que es un feo defecto) y soy incapaz de dormir, porque sé que lo he hecho mal, que me ha podido mi yo más instintivo y que él no se lo merecía, pero…a veces, casi sin darnos cuenta alguien cruza una línea imaginaria que tenemos en la mente y nos sentimos atacados, agredido, y lo peor, muy ofendidos. Y claro, tenemos que defendernos, sin saber muy bien de qué o porqué.
Cuando me pasa esto, cada vez menos, pero me pasa, después me siento como cuando haces algo feo, muy feo en tu casa, y tu madre te castiga sin salir del cuarto y sin juguetes, y te quedas tumbada en el suelo, mirando al techo y a las paredes, sin saber qué hacer, y sabiendo que lo único que puede arreglar el desaguisado es un lo siento, que nunca llega a tiempo y que es la palabra más fea y difícil de pronunciar. Difícil porque se sabe que no se arregla nada, y fea, porque antes deberíamos pensar (aunque hable en plural me refiero única y exclusivamente a mí, y solo a mí) en no hacer aquello de lo que después vayamos a arrepentirnos, aunque sea un arrebato, aunque nos hayan tocado la fibra, aunque tengas la sensación de que vas a explotar…hay que hacer ver al resto, en especial a aquellos que nos rodean, que no somos animales, que somos capaces de controlaros.
¡Qué bien suena todo esto! Me encanta como queda escrito, creo que he elegido las palabras adecuadas, el tono acertado, las formas verbales correctas…pero que complicado es ponerlo en práctica, que dura es la realidad cuando alzamos la vista del papel y vemos cómo las cosas se han estropeado, aunque esta no es la palabra adecuada, más bien diría ennegrecido. Es duro pasar una noche en vela, sentada delante de un ordenador porque sabes que aunque creías haber actuado bien, no es así, que hay formas y formas y que no debes justificar el mal tono con nada, puesto que no es justificable.
Estoy desahogada, la verdad, pero no creo que reconciliar el sueño sea tan fácil como escribir unas líneas, porque en esta ocasión escribirlas no ha sido más que volcar mi corazón sobre el teclado y dejar que él solito escriba. Veremos que me depara el sueño…y el día de mañana.

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jueves, 2 de noviembre de 2006

¿Quién?

¿Quién me está soñando?
¿Quién sueña mi vida?
¿Quién sueña mis deseos?
¿Quién sueña mis batallas vencidas?
¿Quién sueña todas mis derrotas?
¿Quién sueña mi amor?
¿Quién sueña mis alegrías?
¿Quién sueña mis lágrimas?
¿Quién mis sonrisas?

Espero que mi Rey Rojo seas tú....que sólo tú me sueñes.....
(Inspirado en el libro de L. Carrol A través del espejo)

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Cuando tus ojos me miran...

El mundo se para cuando tus ojos me miran, y entonces todo adquiere un único color: el verde profundo de tu mirada. Y es que cuando te siento cerca parece que no hay nada más.
Existe siempre un momento en el que sólo estamos tú y yo y no hay nadie ni nada a nuestro alrededor, como si estuviéramos flotando en el cielo, ingrávidos, suspendidos únicamente de nuestros cuerpos.
Y después esa ingravidez se rompe, y entonces tenemos que descender de nuevo a la realidad que nos rodea. Y es ahí cuando te miro y estoy segura de que podría hacerlo horas y horas, mirando tus ojos y leyendo todo lo que me dicen sin palabras, entendiendo todo lo que sientes sin que abras la boca.

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lunes, 30 de octubre de 2006

Palabras y más palabras

Al pasear la mirada por el cuarto noto que falta algo, pero no sé que puede ser. Es entonces cuando mis ojos se detienen en la cama y noto que me falta el perfil de tu cuerpo acostado, dándome la espalda, respirando pausadamente, descansando, soñando, muy lejos de lo que te rodea, dentro de tu propio mundo.
Me encantaría saber dibujar para poder plasmar lo que mi mente ve en una hoja de papel, y deleitarme con ella siempre que el peso de tu ausencia pueda con mi alegría. Lamentablemente no sé dibujar, lo único que puedo hacer es describir los recuerdos, expresar con palabras que cada vez que te miro se me ilumina la cara, que mis ojos recorren tu cuerpo sin cansarse una y otra vez, que me encanta deslizar mis manos sobre tu contorno, recorriendo los pliegues, contando tus lunares, que podría alimentarme de tus besos y caricias, que disfruto cada mañana al verte despertar a mi lado, cómo abres esos ojos que me vuelven loca, que tanto me dicen y que tanto me aman.
Palabras y más palabras, tratando de expresar sentimientos y emociones, palabras y más palabras, acercándome a los recuerdos, palabras y más palabras, que utilizo para evocarte.

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No quiero escribir, pero escribo...

No quiero escribir, quiero dormir. Sí, cerrar los ojos y no despertarme. Cerrar los ojos y que un millar de pensamientos desaparezcan de mi cabeza y sólo vea la NADA. Eso es lo que quiero, dejar mi mente en blanco, no sentir ni padecer…a veces resulta tan complicado seguir viviendo…Sobre todo cuando ante todo el mundo llevas la sonrisa por delante, cuando parece que nada ni nadie puede penetrar en tu coraza de hierro, cuando sientes que tienes prohibido llorar.

No quiero escribir, simplemente quiero dejarme llevar por mis sueños, por mis fantasías, en un mundo donde todo lo controlo yo, donde todo está bajo mi mando, donde nada ni nadie puede hacerme daño….cansada de sufrir, eso es lo que estoy, y por eso sólo pienso en dormir, para que llegue el día en que me despierte descansada y no vuelva a saber nada de lo que es el sufrimiento, de no tener que fingir que todo me da igual, que siempre estoy alegre….porque no es cierto, mi vida no es más fácil ni menos complicada que la de otras personas, es mi vida, con mis problemas y mis dudas, y no quiero escribir, sólo me quiero ir a la cama, sola, cerrar los ojos y no despertarme hasta que alguien me garantice que no voy a volver a pasarlo mal, y sé que eso es imposible , eso es lo más doloroso de todo, que ya sé que me deparará el futuro….un poco de alegría y mucho, mucho dolor.

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Un juego

¿Dónde estás que no te veo?
¿Por qué corres detrás de mí?
¿Acaso jugamos al ratón y al gato?

Tú y yo,
Nuestro tira y afloja particular
Tú y yo,
Nuestra forma de amar peculiar
Tú y yo…


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Noche en vela

Al llegar la noche no sabía que hacer. Él siempre había estado a su lado en la cama y ahora su lado se encontraba vacío. Aún seguía sin comprender qué era lo que había ocurrido. Aquella mañana nada le hacía pensar que esa noche la iba a pasar sola en su cama, sin poder conciliar el sueño, pensando en él, buscando su olor en la cama, intentando consolarse con sus manos mientras imaginaba que eran las suyas las que le tocaban el cuerpo…Pero nada de aquello parecía hacer efecto. No consiguió dormir.
Todo había sido por su culpa. Nunca tenía que haberle dicho la verdad, nunca le tenía que haber confesado que le había sido infiel, nunca tenía que haberle dicho ahora, después de tanto tiempo de felicidad absoluta que una vez con él había sido infeliz y había corrido a refugiarse a los brazos de otro hombre. Pero ya no valía la pena lamentarse. Se lo había dicho todo, pensando que el se mostraría comprensible, que no dudaría ni un momento en perdonarla, sabiendo que todo aquello había ocurrido hacía mucho tiempo y ya estaba olvidado. Pero a él le había dolido más el hecho de que ella hubiera sido infeliz a su lado y que en vez de confesárselo simplemente hubiera corrido a los brazo de otro. Eso él no lo entendía y ella ahora, desde la distancia tampoco. Jamás pensó en las consecuencias que traería contarle lo ocurrido hacía tanto tiempo, pero por eso, porque ya hacía mucho tiempo se había decidido a contárselo.
Ahora, mientras daba vueltas sin poder dormir, no dejaba de arrepentirse de haberlo hecho, nunca tendría que haber mencionado eso, nunca tendría que haber confesado semejante pecado.
Pero ya estaba hecho, ya no había vuelta atrás. Él se había mantenido firme en su decisión y ella estaba convencida de que no le haría cambiar de opinión.
Sólo le quedaba empezar a asumir su nueva situación, aprender a vivir sin él, sin su calor y sin su seguridad.

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