martes, 24 de julio de 2007

Corazones que no llegaron a helarse


Por fin he tenido tiempo para leerme el último libro de Almudena Grandes, El corazón helado. Para variar me ha gustado muchísimo, aunque tal vez la extensión del libro, casi mil páginas, me ha hecho pensar que era demasiada información para una sola novela. La historia como siempre fascinante y las descripciones fabulosas. Me he enamorado y he odiado como si estuviera dentro de la novela, he llorado y he reído y eso para mí es fundamental.
El tema, la Guerra Civil, la guerra de mis abuelos, me ha tocado, porque es una de tantas historias, tan lejanas y tan cercanas a la vez. Como he pasado estos días también con ellos, los abuelos, no me he podido resistir a preguntarles alguna que otra cosa, es lo bueno, nunca se niegan a hablarme de la guerra, todo lo contrario, y me he dado cuenta de que la historia que se narra en el libro podría haber sido perfectamente la de mi abuelo.
No he podido dejar de pensar en lo grandes que son ellos, mis abuelos, por hablarme sin miedo de algo tan duro como una guerra, que me han descrito Madrid bombardeada, o cómo se hacían las denuncias, vividas en carnes propias. Y tampoco he podido dejar de agradecerles que nunca me hayan enseñado desde el odio al otro, que siempre hablen con sonrisas de algo tan duro y que en ningún momento les haya oído un solo reproche hacia el otro bando de tan dramática guerra. Algún día contaré su historia, de momento, les seguiré pidiendo que me la narren de viva voz.

2 comentarios:

Cvalda dijo...

Me gusta el ejercicio de recuperar las viejas historias y memorias. Ojalá todos fuesemos capaces de hacerlo...

Ya me contarás qué tal el libro ;) Eres toda una friki de Almudena Grandes, jijiji :P

Mathieu Saladin dijo...

Me gusta mucho la foto que has puesto, es de esas de película...

Lo abuelos son lo más (bueno algunos porque otros son lo peor, no nos engañemos).

Ni se te ocurra decirle nunca a Lucía Etxebarría que es coetánea de Almudena Grandes, es un consejo de la vida.